Ley de repulsión (o asco) al vacío

El otro día llamó mi atención un hecho curioso. Pásoselos a contar.

Resulta que iba iba yo en un bondi. Me bajé, y me disponí a cruzar y tomar otro (con el horario justo), cuando veo que el semáforo está en rojo y el colectivo está a punto de arrancar. Haciendo la clásica "Eddie Murphy" de la película "Bowfinger" crucé la ruta, y corriendo llegué a subir.

Quedaban dos asientos nomás, del lado derecho. Y elegí sentarme del "pasillo" (Horacio y todos los boludos que quieren "ventana" no se metan todavía a comentar.... terminen de leer). El asiento "ventana" quedó VACÍO.

Entonces ahí empezó todo. El primer pasajero que subió detrás de mí, prefirió ir parado (tengo la ligera sospecha de que no estiró el cuello para investigar acerca de si había o no un lugar para sentarse). Y los que subieron después durante el recorrido fueron también quedándose parados. Incluso una vieja le decía a otra que el asiento estaba mojado porque había estado lloviendo (¡y ni se había acercado! ¡estaba seco y la ventana cerrada!).

Y así anduvimos todo el viaje hasta que una preciosa señorita se acercó hasta mí sin dejar de mirarme y me pidió permiso al oído para que la dejara sentarse a mi lado. Nos mantuvimos charlando y quedamos en juntarnos.

(Quizás mi imaginación haya rellenado algo que no fue tan así en la última parte, pero no altera tanto la historia)

(PD: Aguante pasillo)